LA PERSONA TÓXICA

Oímos hablar sobre el maltrato hacia las mujeres, dentro de las familias, en los colegios, en los puestos de trabajo, a los emigrantes, hacia los homosexuales, hacia determinadas etnias, todos tienen un denominador común: el control, se ejerce violencia, presión.
Hay personas cuyo sistema de creencias les hace prejuzgar a determinados colectivos, creyéndose por encima de ellos, cosificándolos como objetos.
En la historia de la humanidad siempre ha existido el acoso físico, emocional, moral hacia determinadas personas, en muchísimas ocasiones se ha “normalizado”, permitido, legalizado, aplaudido como algo natural. Hoy tenemos consciencia de que todos los seres humanos somos iguales y tenemos los mismos derechos pero a pesar de todo se sigue ejerciendo el control.

La sociedad avanza, evoluciona, se hace sensible hacia el dolor ajeno, empatiza y señala a las personas que no respetan al prójimo, actuando en consecuencia. Recientemente el código penal ha tipificado un nuevo delito: el delito de odio.

¿Pero qué pasa en el día a día? A veces nos encontramos con personas tóxicas que de forma sistemática actúan con premeditación envenenando las relaciones con los demás. En ocasiones actúan de forma descarada pero en otras su comportamiento es sutil, callado, actuando a las espaldas, creando una red enmarañada y difícil de detectar. Existen las personas tóxicas, son especialistas en chupar energía, en hacernos sentir mal, culpables, en dar la vuelta a los acontecimientos y atraparnos en un sistema de creencias donde impera el blanco o negro, bueno o malo, culpable o inocente, donde se juzga, se controla y se dinamita a la persona señalada.
La persona tóxica puede ser un familiar, un vecino, un compañero de trabajo, a veces puede actuar con tanto sigilo que no se descubre fácilmente pero va erosionando poco a poco consiguiendo el poder.

La persona tóxica tiene poca inteligencia emocional, no sabe gestionar de forma sana las emociones y los conflictos y se deja llevar por el placer inmediato, se comporta de forma egocéntrica y con poca o ninguna sensibilidad hacia los demás. Las víctimas propicias suelen ser personas confiadas, dependientes y con poca autoestima, poco resolutivas y déficit en habilidades sociales y asertividad o por el contrario son personas que brillan con luz propia, que despuntan por algún motivo y que son objeto de envidia. Es importante ser conscientes de cuando en nuestra vida se ha instalado un vampiro emocional, que poco a poco nos intoxica y nos roba la energía positiva y la alegría. Hay que actuar de forma firme y rotunda, poniendo muy claros los límites y marcando nuestro territorio personal, es inútil actuar de forma condescendiente puesto que la persona tóxica se nutre de nuestra buena fe. Leer másabout LA PERSONA TÓXICA