LA AUTOESTIMA
No somos ni buenos ni malos, ni perfectos o imperfectos, ni triunfadores o fracasados, sino que nos comportamos de forma adecuada o de forma inadecuada. El ser humano es mucho más que una etiqueta, no se trata de identificarnos con un objetivo: bueno, malo, inútil, valioso, cobarde, valiente, inteligente, torpe triunfador o fracasado.
Hemos aprendido a definirnos con palabras con mucho significado emocional y peso que puede bien hundirnos y hacernos daño o bien creernos superiores a los demás, creando una falsa imagen de nosotros mismos.
Desde pequeños nos vamos identificando con una imagen que nos llega del exterior, sobretodo de nuestros padres, círculo familiar (hermanos, abuelos, tíos, primos), el colegio, los amigos, profesores y personas significativas en nuestra vida. Es muy importante la forma en que nos han tratado, la educación recibida, las experiencias que nos han marcado, todos esos condicionantes van creando la estructura de nuestra personalidad, nuestra autoestima.
Hay personas con estructuras sólidas y buena autoestima que han aprendido a conocerse y a reconocerse por medio de sus experiencias, enfrentándose a sus miedos y aprendiendo de los errores, son personas que no tienen miedo a equivocarse porque entienden que la equivocación es algo natural y circunstancial en la naturaleza del ser humano: “El que se equivoca y aprende, evoluciona y el que se equivoca y no aprende, se queda estancado”, por lo tanto son personas que experimentan su vida y salen de su zona de confort con la confianza de entender que la vida es un escenario para aprender a evolucionar, fluir, ser libres y felices. Por supuesto que estas personas sufren y viven experiencias traumáticas y dolorosas, puesto que el dolor y el sufrimiento forman también parte del escenario de la vida pero han aprendido a sufrir lo justo y necesario para no atormentarse en pensamientos obsesivos, en inactividad o en una vida vacía y pobre que crea más insatisfacción y frustración. La personalidad sana con una autoestima sólida aprende de los momentos difíciles, buceando dentro de sí mismo, encontrando los resortes que nos ayudan a manejar el timón de nuestra vida y a salir a flote, este mecanismo de acción se llama Resilencia.
La personalidad endeble, el falso yo, la autoestima inestable, se ahogan ante el conflicto y se hunden ante la adversidad creyendo que no son capaces y maldiciendo la mala suerte, son personas que se victimizan ante cualquier infortunio que la vida le presenta, sin llegar a entender que estos conflictos son oportunidades de cambio y de reflexión puesto que en ocasiones “lo malo” no es tan malo sino que aparecen para algo: para aprender una lección de vida, que nos enseña a mirar hacia dentro y encontrar nuestras capacidades y nuevas oportunidades.
Cada persona es única, diferente, exclusiva, no hay nadie igual que tú, por eso es inútil y una pérdida de tiempo compararnos con los demás, puesto que cada ser humano ha nacido con sus capacidades y sus limitaciones, con sus luces y sus sombras pero todos con la libertad y posibilidad de llegar al autoconocimiento para abrir nuestros dones, despojándonos de nuestros miedos e inseguridades y quitar las losas que nos dicen: “no eres capaz”, “eres un inútil”, “tú no puedes”. Hay que romper esos esquemas mentales que nos atrapan en una red de pensamientos irracionales y falsos, que nos inmovilizan, nos bloquean, nos disminuye hacia nosotros mismos y hacia los demás, haciéndonos daño.
Busquemos los resortes en el interior, no en el exterior, aprendiendo a surfear ante las adversidades de la vida, aprendiendo a disfrutar de los acontecimientos dichosos en cada momento, con la confianza de experimentar sin miedo nuestra existencia. Leer másabout LA AUTOESTIMA