LAS ADICCIONES
La adicción es una enfermedad, está contemplado en el DSM-V (Manual de Diagnóstico de enfermedades mentales).
Hay mucha desinformación en la sociedad de esta enfermedad, a veces se frivoliza con la creencia de que es un vicio y que la persona que lo padece se deja llevar por sus pulsiones y sus instintos pero que puede dejarlo cuando quiera. Nada más lejos de la realidad: la adicción es una enfermedad cruel para el que lo sufre y para todas las personas significativas de su vida, en especial su familia, puesto que no solo lo sufre quien padece esta patología si no todas las personas con las que mantiene una vinculación emocional.
La adicción necesita un tratamiento multidisciplinar, puesto que afecta a nivel físico, mental y emocional ya que produce secuelas en los tres niveles por lo que la ayuda profesional médica y psicológica es fundamental así como el apoyo y la comprensión familiar y del entorno social.
Es importante entender que la adicción no tiene cura, es decir, se es adicto toda la vida, pero la buena noticia es que se puede parar la enfermedad y disfrutar plenamente de la vida. ¿Pero realmente que es la adicción? Se puede entender por adicción toda sustancia o comportamiento que una persona necesita para subsistir, hasta el extremo que lo necesita como el oxígeno para respirar, siendo una necesidad tan primaria y primordial que se antepone a cualquier necesidad básica como comer o dormir. La adicción es un proceso que va de menos a más, es decir, primero se “coquetea” con la sustancia o comportamiento hasta que la intensidad sube cada vez más y se necesita más cantidad para obtener el mismo resultado: una satisfacción inmediata.
¿Qué se esconde detrás de una adicción? En muchos casos la adicción es una enfermedad secundaria, siendo la enfermedad primaria la depresión, por eso cuando los psicólogos tratamos las adicciones debajo contemplamos una depresión enmascarada y no tratada correctamente puesto que la persona no es consciente de ello.
En los casos en los que subyace una depresión podemos observar que la persona presenta tal vacío emocional que lo “llena” con alteradores del estado de ánimo, es decir, cualquier sustancia o actividad que de forma inmediata le cambia el estado de ánimo y que de forma mágica y con un arreglo rápido se siente artificialmente bien, estos alteradores del estado de ánimo pueden ser diversos y depender de cada persona: desde el alcohol, ingesta excesiva de comida, drogas blandas, drogas duras, compras compulsivas, trabajo, actividad deportiva, juegos, sexo, móviles, Internet, codependencia o dependencia emocional, todo un abanico de alteradores del ánimo que se utiliza para llenar un vacío emocional tremendo, sobrecogedor.
¿Todos podemos ser adictos? Sí. Todos podemos llegar a tener una adicción, aunque hay personas que tienen una predisposición genética para adquirir dicha enfermedad. Hay factores de riesgo para adquirir la adicción como son: la predisposición genética, traumas del pasado no tratados y que producen secuelas, depresión, trastornos del estado de ánimo, falta de habilidades sociales que pueden generar soledad, baja autoestima, excesiva timidez, miedos, ansiedad social, falta de asertividad, ausencia de valores donde predomina el placer inmediato, el querer experimentar sin tener en cuenta las consecuencias de nuestros actos, falta de límites.
Al principio de utilizar el alterador del estado de ánimo se produce “la luna de miel”, la euforia de sentir que experimentando dicha sustancia o actividad nuestros problemas desaparecen y se llena ese vacío emocional, de forma rápida y mágica nos produce satisfacción y el cerebro se acuerda para la próxima ocasión.
En las sucesivas veces que se utiliza el alterador del estado de ánimo no hay consecuencias negativas todavía, nos sentimos libres de preocupaciones, diferentes (un falso ego) que nos proporciona identidad (una identidad falsa con la que nos identificamos) y llena nuestra vida.
A medida que se sigue utilizando el alterador del estado de ánimo empiezan a aparecer las consecuencias negativas pero ya nos sentimos atrapados y aunque hay diversos intentos de dejarlo al final sucumbimos engañándonos a nosotros mismos “no lo volveré a hacer” “lo puedo dejar cuando quiera” “hoy es el último día”.
¿Cuándo se pasa la línea roja de la adicción? Por supuesto no es lo mismo ser bebedor social que ser alcohólico, ni todos los borrachos son alcohólicos, de hecho muchos alcohólicos tienen una vida aparentemente normalizada con puestos de trabajo de gran responsabilidad, al igual que otras muchas adicciones.
Se pasa la línea roja de la adicción cuando nuestra vida se vuelve ingobernable, cuando ya no tenemos control sobre la adicción, sino que es la adicción la que nos controla la vida y se empieza a girar alrededor de dicho alterador del estado de ánimo, cuando lo más importante es la adicción, cuando la pareja, los hijos y los seres queridos pasan a un segundo plano, cuando se miente y nos mentimos a nosotros mismos, cuando la vida empieza a ser un infierno y a pesar de todo se necesita una dosis para respirar. Cuando se pasa la línea roja de la adicción ya no hay vuelta atrás, no importa que sea el comienzo y que los síntomas no sean todavía visibles, ya nos sentimos atrapados y necesitamos buscar ayuda profesional y apoyo emocional.
El primer paso para la recuperación es reconocer la enfermedad. Este primer paso es importante y muy complicado debido a que el ego queda atrapado en un sistema de creencias cuyos mecanismos de defensa: negación y proyección hace difícil el cambio, existe una dependencia mental pero también física y emocional.
Uno de los síntomas de la adicción es la mentira, la persona que padece la enfermedad miente y miente mucho pero no porque desee hacerlo sino porque se llega a creer sus propias mentiras, realiza una historia paralela a la realidad, se siente tan atrapado en dicha red de mentiras que no se enfrenta a ellas dando lugar a una huida hacia delante, sólo será consciente de la realidad cuando su vida toque fondo, se desplome de tal forma que la historia paralela sea tan asfixiante y terrible que prefiere enfrentarse a la vida real, sólo así será consciente y pedirá ayuda. La terapia suele ser familiar, puesto que la familia también está implicada.
Otro de los síntomas de la adicción es la falta de responsabilidad, el no asumir responsabilidades y no reconocer equivocaciones, por lo que los conflictos y los problemas se acumulan y se tapan hasta que explotan.
Por otro lado, la codependencia en muchas ocasiones dificulta la recuperación del paciente. Se llama codependencia a otro tipo de adicción: dentro de la red familiar (pareja, hijos, padres, hermanos) existe dependencia emocional hacia quien padece la adicción, son persona o personas que giran alrededor del enfermo, tapándolo y contaminándose a nivel físico, mental y emocional, el codependiente deja de ser objetivo y se nutre de la relación disfuncional establecida, es otro tipo de adicción que requiere también ayuda profesional, dando lugar a familias disfuncionales.
Es difícil pero no imposible salir de una adicción. Se recomienda siempre ayuda profesional especializada y una red familiar consciente de la enfermedad donde el no tapar el problema, poner límites, normas y mucha dosis de cariño es fundamental para la recuperación tanto individual como familiar de la enfermedad. Leer másabout LAS ADICCIONES