LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Hay dos clases de Inteligencia: La Inteligencia Intelectual y la Inteligencia Emocional.
La Inteligencia intelectual está predeterminada desde el momento de la concepción, puedes ser más o menos inteligente pero tienes un techo intelectual, un tope, se mide por el cociente intelectual.
En la infancia se puede estimular y desarrollar su potencial aunque llegue un momento en que se estabiliza.
La inteligencia emocional, es diferente, se puede aprender, de hecho se puede desarrollar todos los días, todos los días de tu vida, no tiene tope, ni límites, es un constante aprendizaje. La inteligencia emocional consiste en saber gestionar emociones y conflictos. Podemos nacer con una predisposición natural a desarrollar las habilidades personales y sociales que nos dotan de las herramientas necesarias para vivir con inteligencia emocional o podemos aprender a adquirir dichas herramientas con la práctica. Nunca es tarde para desarrollar la inteligencia emocional.
Cuando empezamos a trabajar la inteligencia emocional, evolucionamos en dos espacios, nuestro interior y nuestra visión del mundo exterior.
La primera evolución se desarrolla a nivel interior, es la toma de conciencia: consiste en ser consciente de nuestros pensamientos, emociones, comportamientos, en ser conscientes de que todo lo que ocurre en nuestro interior tiene un responsable: nosotros mismos. Somos responsables de nuestro pensamiento, de lo que nos decimos a nosotros mismos con nuestro lenguaje interior, somos responsables de lo que sentimos puesto que nos condiciona estos pensamientos y somos responsables de nuestro comportamiento, podemos elegir nuestro comportamiento, no somos robots programados (aunque a veces nos comportamos como tal), tenemos libre albedrío. Cuando nos hacemos responsables de nuestro ser, empezamos a escribir nuestro propio guión, a ser dueños de nuestro propio destino.
Por supuesto que en nuestra vida hay problemas, conflictos, contratiempo, adversidades, situaciones, personas que nos marcan, son circunstancias condicionantes pero el determinante tiene un nombre: nuestro yo interior.
Querer vivir una vida sin contrariedades, sin adversidades, sin conflictos es una quimera, una falacia, no es posible, no somos perfectos, vivimos en un mundo imperfecto pero a pesar de estos condicionantes podemos aprender una lección importante: tú decides si te hundes o sales fortalecido, si te ahogas o aprendes a surfear. Las contrariedades de la vida, las adversidades, los conflictos los puedes visualizar de dos formas diferentes: como elementos nocivos que nos hieren, nos aplastan y no levantamos cabeza o como situaciones que nos enriquecen, nos enseñan a aprender de nosotros mismos y de nuestras capacidades y salimos fortalecidos con herramientas que se encuentran en nuestro interior.
En esto consiste la inteligencia emocional: en ver oportunidades cuando otros solo ven pérdidas.
La vida es un continuo aprendizaje, depende de nosotros visualizar pérdidas cuando el miedo y las expectativas negativas toman el control de nuestra vida o bien visualizar oportunidades de cambio, dejando que la vida fluya, confiando en nuestras capacidades para gestionar dichos conflictos y contrariedades.
Como somos conscientes y responsables de nuestro mundo interior, visualizamos el mundo exterior de forma diferente.
Cuando encendemos nuestro yo interior y encontramos las herramientas necesarias para gestionar nuestras emociones y nuestros conflictos aprendemos a conectar con el mundo exterior y somos luz para los demás.
Las habilidades sociales como la empatía, la asertividad, la flexibilidad, la reflexibilidad, la capacidad de vínculos afectivos, la sociabilidad, la apertura, la autoestima, la capacidad de resolver conflictos, el equilibrio emocional son nuestras herramientas que nos permiten conectar y sintonizar con nuestro yo interior y conectar sintonizando con los demás. Leer másabout LA INTELIGENCIA EMOCIONAL