La obesidad infantil
La obesidad infantil ha crecido un 16% entre niños de 6 a 12 años de edad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial. Las cifras asustan. Existen más de mil millones de personas con sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesos. Asimismo, el crecimiento de la obesidad infantil en los países desarrollados es espectacular y preocupante.
¿Qué es la obesidad infantil?
Se trata de la acumulación excesiva de grasa corporal, especialmente en el tejido adiposo, y que se puede percibir por el aumento del peso corporal cuando alcanza 20 por ciento a más del peso ideal según la edad, la talla, y sexo del niño o niña en cuestión. Para calcular el peso ideal de un niño entre 2 y 5 años de edad, aunque de forma apenas aproximada, hay que multiplicar la edad en años por dos más ocho.
Calcula el peso ideal de tu hijo. Ejemplo: para saber cuánto debe pesar, en media, un niño de cinco años, multiplica la edad (5) por 2 y suma 8. Es decir, 5 x 2 + 8 = 18 kg. Este método no es exacto. Se trata de dar una idea. Lo más recomendable es consultar y considerar lo que diga el pediatra del niño.
Factores de riesgo de la obesidad infantil
La obesidad infantil, aunque puede estar originada por una enfermedad genética endocrina, en el 99% de los casos se produce como resultado de la combinación de una serie de factores ambientales (una dieta inadecuada y sedentarismo), genéticos (los niños cuyos padres son obesos tienen un riesgo mayor de padecer el trastorno) y psicológicos (cuando se utiliza la comida para compensar problemas emocionales, estrés o aburrimiento).
Factores ambientales
Una dieta hipercalórica, con abuso de alimentos ricos en grasas y azúcares, y que suponga una ingesta energética superior a las necesidades reales durante largos periodos de tiempo, tiene como consecuencia un importante incremento de la grasa corporal. Ver la televisión es un importante factor de riesgo para desarrollar obesidad porque, además de tratarse de una actividad sedentaria que sustituye a otras en las que sí se consume energía, facilita que se siga comiendo, e incluso se imite a personajes con malos hábitos alimentarios. El ordenador y las consolas suman horas al sedentarismo infantil, especialmente a partir de los siete u ocho años y han sustituido a otras actividades como juegos y deportes al aire libre, que ayudaban a mantener el equilibrio entre el consumo de calorías y el gasto de energía.
Factores genéticos
El riesgo de que un niño sea obeso aumenta considerablemente cuando sus padres lo son (tiene cuatro veces más posibilidades de desarrollar obesidad si uno de sus padres es obeso, y ocho veces más si ambos progenitores lo son). Sin embargo, no solo interviene la herencia genética sino el estilo de vida de la familia como la preferencia por determinados alimentos o formas de cocinarlos que incrementen la ingesta calórica, así como un escaso gasto de energía debido a poca o nula actividad física. El niño normalmente seguirá los mismos hábitos familiares, lo que favorecerá el aumento de peso ya durante la infancia.
Factores psicológicos
En ocasiones, tanto niños como adultos, buscan en la comida una recompensa, una forma de mitigar sus carencias y frustraciones. Pueden comer cuando se sienten tristes o inseguros, para olvidar sus problemas, por estrés o por aburrimiento. Los alimentos elegidos suelen aportar poco valor nutritivo y muchas calorías (dulces y chucherías, aperitivos como patatas fritas industriales y similares...). En estos casos, además, los niños pueden estar imitando las conductas que han observado en sus mayores.
Síntomas de la Obesidad Infantil
Los principales síntomas que se producen a corto plazo como consecuencia de la obesidad ó el sobrepeso mantenidos, son:
Mayor facilidad para padecer hipertensión e hipercolesterolemia
Baja adaptación al ejercicio.
Mayor facilidad para padecer episodios de asma.
Problemas psicológicos como aislamiento, depresión y ansiedad derivados del aislamiento y las burlas de sus compañeros, o la dificultad para rendir en los deportes y juegos.
Problemas para integrarse socialmente al sentirse aislado.
Dificultad para dormir bien, que se deriva de los ronquidos y despertares frecuentes. Esto a su vez da lugar a la presencia de somnolencia diurna, que puede reducir el rendimiento escolar.
Tipos de obesidad infantil y clasificación
Según el origen de la obesidad, ésta se clasifica en los siguientes tipos:
1. Obesidad exógena: La obesidad debida a una alimentación excesiva.
2. Obesidad endógena: La que tiene por causa alteraciones metabólicas.
CLASIFICACIÓN DE LA OBESIDAD EN LA NIÑEZ
CLASIFICACIÓN BASADA EN EL ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC)
Esta clasificación es la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el parámetro más empleado para definir la obesidad en niños y adolescentes es el índice de masa corporal (IMC) y éste equivale al cociente peso en Kg/talla2 en m2.
Esta fórmula expresa una relación entre peso corporal y altura que no se corresponde exactamente con el contenido corporal de grasa, pero que sirve para evaluar de una forma bastante aproximada la grasa corporal.
Existen 4 posibles clasificaciones para el exceso de peso en el niño:
- OBESO DE ALTO RIESGO
- SOBREPESO DE ALTO RIESGO U OBESO
- SOBREPESO O EN RIESGO
- NO TIENE SOBREPESO
OBESO DE ALTO RIESGO
Índice de masa corporal ≥ Pc95
SOBRE PESO DE ALTO RIESGO U OBESO
Índice de masa corporal ≥ Pc95; o
Índice de masa corporal ≥ Pc85; y uno de los siguientes:
• Historia familiar positiva
• Hirsutismo
• Amenorrea secundaria u oligomenorrea
• Aumento brusco de peso
• Preocupación por el peso
• Características de otra patología o síndrome
• Presión arterial elevada
SOBRE PESO O EN RIESGO
Índice de masa corporal mayor o igual al percentil 75 y menor al percentil 95
NO TIENE SOBREPESO
Índice de masa corporal menor al percentil 85
Consecuencias de la obesidad infantil
- Problemas con los huesos y articulaciones
- Dificultades para desarrollar algún deporte u otro ejercicio físico debido a la dificultad para respirar y al cansancio.
- Alteraciones en el sueño
- Madurez prematura. Las niñas obesas pueden entrar antes en la pubertad, tener ciclos menstruales irregulares, etc.
- Hipertensión, colesterol, y enfermedades cardiovasculares
- Desánimo, cansancio, depresión, decaimiento.
- Baja autoestima, aislamiento social, discriminación.
- Trastornos que derivan en bulimia y anorexia nerviosas
- Diabetes
Según los expertos, la obesidad cuando se manifiesta en la infancia y persiste en la adolescencia, y no se trata a tiempo, probablemente se arrastrará hasta la edad adulta.
Conclusiones
Los malos hábitos de alimentación adquiridos durante la infancia pueden llevar al niño a sufrir sobrepeso u obesidad con consecuencias preocupantes en la edad adulta, principalmente para su salud. Además, otra de las consecuencias de la obesidad infantil es el riesgo de desarrollar trastornos psicológicos durante la adolescencia. Este es un ejemplo claro de lo que puede suceder si el niño obeso no recibe el tratamiento y la atención adecuada para su alimentación y forma de vida.
La obesidad en la infancia compromete la salud de los niños y actualmente se puede diagnosticar junto a otros problemas como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y los niveles altos de colesterol. A parte de estas patologías físicas, los niños pueden desarrollar problemas psicológicos. Las bromas, la intimidación o el rechazo por parte de sus iguales, pueden llevarles a que tengan una baja autoestima. Los niños obesos son marginados por el aspecto que tienen, y todo ese cuadro puede generar trastornos como la bulimia, la anorexia, la depresión y llevarles a tener hábitos extremos como el consumo de drogas y otras sustancias nocivas.
CONSEJOS PARA PREVENIR LA OBESIDAD INFANTIL
1. Servir raciones adecuadas para la edad del niño.
2. Tener en el hogar una variedad de hortalizas, frutas y cereales integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral, etc).
3. Consumir leche y productos lácteos bajos en grasa o desnatados.
4. Limitar el consumo de carnes rojas o de derivados cárnicos.
5. Promover el consumo de frutas, legumbres y frutos secos.
6. Retirar de la vista del niño las tentaciones ricas en calorías.
7. Fomentar la actividad física, sin olvidar que los niños imitan a los adultos: si los padres hacen deporte, los hijos también lo harán. Para prevenir la obesidad, los niños deben realizar actividades deportivas como mínimo una hora al día.
8. Beber agua en las comidas y para calmar la sed. Los zumos industriales están totalmente desaconsejados.
9. Se debe limitar el consumo de azúcar, bollería y, sobre todo, bebidas azucaradas y refrescos.
10. Restringir a no más de 2 horas diarias el tiempo que los niños dedican a ver televisión, jugar con el ordenador o con videoconsolas.
En resumen podemos decir que un niño sano es un niño feliz y esto se reflejará a lo largo de su niñez y adolescencia. Por eso, tanto los padres como los cuidadores de los niños tienen que tomar conciencia de lo importante que es una dieta saludable y una vida no sedentaria para los niños y así ayudar a los niños a tener un hábito de vida saludable y adecuada a su edad.
Mª Esther Aponte Suárez
Psicóloga